Mientras en nuestras latitudes continuamos esperando con ansia la “salida del armario” de alguna lesbiana de relevancia pública, en otros países como los EE.UU. hace años que se ha superado este estadio y se centran arhoa en analizar cómo se reciben en sociedad estas declaraciones públicas de homosexualidad, sobre todo cuando proceden de mujeres que, además, se dedican al deporte.
Por esta razón, el periódico The New York Times
ha comentado en profundidad el caso de Brittney Griner, una joven norteamericana
de 22 años que mide 2,03 m de altura y juega en la liga universitaria de baloncesto
NCAA en el equipo de Baylor University (Waco – Texas) y ya se considera la
Michael Jordan del baloncesto femenino, es decir, algo así como la mejor
jugadora del mundo.
Pocos días atrás declaró públicamente que es lesbiana.
Esta sería, sin duda, la noticia en nuestro país; pero en los EE.UU. el titular
ha sido otro bien distinto en algunos de los pocos medios que han querido hablar
del tema: "Female Star Comes Out as Gay, and Sports World Shrugs” (“Una estrella del deporte femenino sale del armario y la esfera deportiva ni se inmuta”), dice el titular de The New York Times. Según este periódico, uno de los más prestigiosos de su país, la noticia debería haber despertado el interés de muchos más medios de comunicación generalistas y tendría que haber servido, como mínimo, para reabrir el debate social sobre la homosexualidad femenina. El mismo artículo afirma que, si hubiera sido un deportista hombre quien se hubiera declarado gay públicamente, la noticia habría sido un bombazo mundial.
Hemos tenido oportunidad de comprobarlo. El 29 de abril,
el jugador de baloncesto norteamericano JasonCollins ha aparecido en la portada de la revista Sports Illustrated como el primer
jugador de la NBA en activo que ha salido del armario. Aunque la noticia de
Brittney Griner había saltado a la prensa más de una semana atrás y, por lo
tanto, llevaba bastantes días de ventaja en relación al caso Collins, si
buscamos en Google “Jason Collins basketball gay” se contabilizan alrededor de
188 millones de resultados, mientras que “Brittney Griner basketball lesbian”
contabiliza alrededor de 46.200. Estas cifras son del 30 de abril y dejan claro
que la dimensión y el alcance de una y otra noticia son bastante diferentes, a
pesar de que hay que tener en cuenta que la joven jugadora todavía se encuentra
en la liga universitaria, mientras que Collins es un jugador veterano con doce
años de experiencia en la liga profesional norteamericana.
En conjunto, esta historia mediática nos lleva a la conclusión
de que, una vez más, las lesbianas no interesan y que las lesbianas deportistas,
aunque sean atletas de élite, interesan menos aún. Parece que interesa tan poco
hablar sobre ellas que la mayoría de los medios de comunicación las niegan y las
invisibilizan aunque ellas deseen ser visibles. ¿Quizá porque las lesbianas como
Brittney, orgullosas de ser como son y competentes en lo que hacen, no responden
a los estereotipos definidos habitualmente desde los medios de comunicación? “(...) las representaciones de las lesbianas
están construidas alrededor de arquetipos e imágenes estereotipadas. Están
hechas por y para la audiencia heterosexual, que promueve imágenes que
refuerzan la feminidad de las lesbianas pensadas como icono erótico para los
varones y que las muestra dentro de los patrones de género deseables para las
mujeres: ser madres y esposas”¹. Y que conste que Brittney Griner es un caso
extraordinario: fue nombrada Jugadora del Año 2012 por la AP y mejor jugadora
de la Final Four de la NCAA; es la primera mujer que ha anotado más de 2.000
puntos y que ha hecho más de 500 tapones en la
liga universitaria norteamericana.
En resumen: una mujer relevante del mundo del deporte
dice que es lesbiana y casi nadie lo comenta. Esta situación sería genial si significara
que el hecho de ser lesbiana no tiene ninguna importancia y no interfiere
negativamente en su carrera; pero sería desastrosa si implicara, de nuevo, la
voluntad de negar, silenciar e invisibilizar el lesbianismo per todos los
medios. Y, según explica el artículo del diario norteamericano, por desgracia
nos encontramos más bien frente al segundo de los casos.
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